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               PARA HADAD LA LEY DE RADIODIFUSION NO SE
              CUMPLE (SI EL LO DICE) 
              
              04-JUL/2005 
              El accionista de
              diversos medios de comunicación, Gerardo Daniel Hadad, opinó
              sobre distintos aspectos vinculados a la radiodifusión, en una
              entrevista publicada por la revista que edita el Instituto de
              Derecho de las Comunicaciones que depende de la Universidad de
              Buenos Aires. 
              En el reportaje,
              Hadad se explaya sobre el reparto de la publicidad oficial, el
              ejercicio de la libertad de expresión y las interferencias de
              emisoras de FM. Respecto a esto último cargó contra el COMFER y
              la CNC. 
              Dijo que es vergonzoso
              que el país no tenga una Ley de Radiodifusión aprobada en
              democracia, a la vez que resaltó que la actual legislación
              "tampoco se cumple".  
              Con relación a la
              calidad de los contenidos, que está siendo fuertemente
              cuestionada por parte de diversos sectores de la sociedad, como
              accionista de LS83 TV canal 9 el entrevistado dijo, entre otras
              cosas, que en su canal ya no hay travestis a las 3 de la tarde,
              aunque aclaró que no tiene nada en contra de ellos.  
              
              A
              continuación se transcribe el texto completo de la entrevista,
              titulada "Sin Ley, la radiodifusión es tierra de
              nadie", que fuera publicada en la edición Nº 5 de la mencionada revista. 
              Desde
              el punto de vista de un empresario que está creciendo en su
              posición dentro del sistema de medios argentinos, ¿entiende que
              hay reglas jurídicas claras? 
              No,
              en absoluto. Es una vergüenza que este país no pueda, en
              democracia, tener una Ley de Radiodifusión. En comunicaciones,
              los tiempos y las tecnologías avanzan mucho más rápido que en
              otros sectores y en materia de medios de comunicación es una vergüenza
              que nos rija una ley previa al mail, previa al fax y previa a la
              televisión satelital. Estamos hablando de una Ley de la época de
              la dictadura. Pero, encima, es una Ley que tampoco se cumple. Con
              lo cual, hoy, esto es tierra de nadie. 
               
              Ésta es una sociedad donde uno invierte en medios de comunicación,
              paga todas las cargas sociales, le paga al ISER, le paga al COMFER,
              le paga a Argentores, paga todo lo que tiene que pagar y le
              aparece un señor “trucho” con una antena y un transmisor que
              se vende con una facilidad enorme, que interfiere la señal, y la
              Comisión Nacional de Comunicaciones y el COMFER hacen la vista
              gorda. Y no hablo de este COMFER o de esta CNC. En los últimos
              gobiernos han hecho la "vista gorda" y la clandestinidad
              pasó a ser la regla, no la excepción. 
              Su
              respuesta apunta a dos cuestiones: una es la falta de actualización
              de la norma y la otra, el incumplimiento o la falta de control. Si
              se cumpliera o se controlara, ¿qué insuficiencias centrales le
              ve a la reglamentación? 
              La
              Ley tiene que ser claramente antimonopólica. Y, cuando hablo de
              monopolio, no hablo de tener una o dos frecuencias, o, como
              existen en la actualidad, grupos que tienen cuatro frecuencias de
              cable. Lo que habría que hacer, como se hizo en algunas partes
              del mundo, es tomar en cuenta a cuánta gente llega el grupo. No
              si tiene tres radios o siete canales de televisión. Poner todo y
              decir, bueno, este grupo ¿qué tiene?, ¿diarios? y, además, ¿a
              cuánta gente llega?. Entonces, definir porcentajes y que ningún
              grupo pueda superar, supongamos, el 25 % de la audiencia, sumados
              todos sus medios. El porcentaje es un tema que tiene que definir
              el poder político, no los propios medios. Debe ser una política
              de estado. Pero está claro que el tema del monopolio me parece
              una cuestión fundamental para tratar en la nueva Ley. 
              En
              cuanto a eso, uno de los conflictos de mayor actualidad es el que
              ha enfrentado al COMFER con la Asociación de Televisión por
              Cable. ¿Cuál es su visión respecto a ese tema? 
              La
              verdad es que no lo sigo muy de cerca. Pero, me parece que debería
              ser uno de los puntos. Si existe efectivamente monopolio, el
              Estado debe intervenir para que no lo haya. Porque en la Argentina
              hubo, en la década del 70, un monopolio de papel que llevó a una
              concentración de medios que impidió la aparición de un diario
              importante después de esa concentración cuasi monopólica u
              oligopólica. Sería riesgoso que en materia de comunicación, de
              televisión, ya sea cable, sólamente televisión, banda ancha,
              telefonía, IP, ... en fin, sería muy riesgoso que hagamos un
              nuevo Papel Prensa para los próximos treinta años. Creo que
              hipotecaríamos el derecho a la información de las próximas tres
              generaciones. 
              ¿Tiene
              una opinión definida respecto del documento de la SIP, que fue
              bastante crítico del rol del actual gobierno en relación con la
              libertad de prensa? 
              Yo
              no sé si es tan así. Creo que hoy hay una variedad de medios
              enorme como para que la gente pueda escuchar distintas versiones
              de la realidad. Me pareció exagerada la comparación con Cuba y
              con Chávez, tomando en cuenta que en Cuba no hay medios de
              comunicación que no sean los estatales y en Venezuela hay
              empresarios exiliados, perseguidos y se han cerrado canales. Aquí
              no ha pasado nada de eso. Si hay algo en lo que uno puede
              coincidir, en todo caso, es en que hay una auto moderación de los
              medios. Pero eso es, en todo caso, decisión de los medios, no
              decisión del gobierno de turno. En lo que sí coincido es en que
              la asignación de la publicidad oficial podría tener algún tipo
              de regla. No puede ser discrecional. Me parece que todo aquello
              que en el Estado es totalmente discrecional, puede ser riesgoso.
              Entonces, habría que ver si hay alguna fórmula, no sé cuál,
              que no implique necesariamente que a las emisoras de mayor rating
              se les asigne mayor publicidad. Pero sí alguna regla, que un
              funcionario tenga como pauta una tabla que deba cumplir.
              Organizarlo de manera que la gente, que es la que paga esa
              publicidad con sus impuestos, pueda saber porqué se otorgó.
              Porqué hubo quinientos pesos acá y cero allá. O la otra
              alternativa es que, algún día, desaparezca totalmente la
              publicidad oficial. 
              Ahí
              hay un conflicto entre las dos situaciones: por un lado respecto
              de la discrecionalidad o de la administración racional de la
              publicidad y, por el otro, de la política que ha expresado, por
              ejemplo, el interventor del COMFER respecto de la necesidad de
              mantener a determinados medios que sin la publicidad oficial
              resultarían “inviables”. 
              Bueno.
              Eso es un disparate del interventor del COMFER. Al menos, en el
              caso nuestro, cuando yo tomo Canal 9, más las radios, más el
              diario y sumo toda la publicidad privada que facturamos en el año
              2004 y tomo la facturación de la publicidad oficial, la oficial
              representa, en mi caso, el 4,7 % del volumen total. Es decir que,
              sin ese 4,7 % yo puedo sobrevivir perfectamente. No necesito la
              limosna del Estado. Nosotros, hace ya aproximadamente tres meses
              que no tenemos publicidad al aire del Estado, excepto las que son
              campañas del COMFER. Y además, de la facturada del año pasado,
              creo que desde julio no cobramos. Es decir que nunca entendí esa
              declaración de Julio Bárbaro en lo que refería a nosotros. Pero
              me parece que, más allá de esta declaración, no es un mal
              interventor del COMFER. Creo que, de los últimos que hemos
              tenido, es uno de los más transparentes. Creo que es alguien que
              no tiene prácticas que, tal vez, se han visto en otras
              administraciones. 
              
              En
              la actualidad, el Estado desempeña un rol doble en la Argentina.
              Por un lado es actor dentro del sistema de medios, con un canal,
              una radio y una agencia de noticias, y por el otro lado distribuye
              una cuestión tan conflictiva como es la publicidad oficial. ¿Cómo
              se puede compatibilizar, desde el sector privado, la relación con
              un Estado que aglutina esas dos funciones? 
              Si
              bien estas cuestiones son importantes, desde el punto de vista del
              sector privado de medios, hay otras más trascendentes. La
              televisión es una de las industrias mas gravadas: mucho más que
              los textiles, que los que fabrican caños. Nosotros pagamos,
              proporcionalmente, más impuestos que Techint. Es una cosa
              curiosa, pero es como que se castiga la creación de contenidos. A
              diferencia de lo que ocurre en todo el MERCOSUR. Los países del
              MERCOSUR, tanto Uruguay como Brasil, tienen casi desgravada las
              compras de insumos. Si yo hoy compro un transmisor digital tengo
              que pagar, entre impuestos internos y derechos de exportación más
              IVA, casi el 50 % del costo de la tecnología que estoy comprando.
              En Brasil es cero. En Uruguay es cero. 
              Y
              no sólo eso. Por ejemplo, yo quiero hacer una inversión ahora en
              la televisión digital. Sabemos que en Estados Unidos tienen todo
              listo para que en 2007 ó 2008 la televisión esté totalmente
              digitalizada y yo me quiero poner a tono con ellos. Ahora, yo no sé,
              pero acá uno siempre está dependiendo de que el Estado le
              renueve la licencia, cuando está haciendo una inversión para los
              próximos veinte años y cuando, en realidad, las licencias no son
              por veinte años. En Uruguay no es así. Excepto que el explotador
              de la licencia haga una macana, excepto que viole la Ley. En
              Estados Unidos, las licencias se renuevan in eternum. Y acá no.
              Con lo cual, me parece que eso es un tema, en el que la próxima
              Ley de Radiodifusión debería, también, dar cierta tranquilidad. 
              Pero
              yo prefiero que, en vez de que el Estado ponga plata en los
              medios, no te saque toda la plata que te saca, que permita la
              competencia con reglas claras y previsibles. Cuando yo compito en
              televisión, ya no compito sólamente con televisión gratuita,
              que es donde yo estoy. Compito con televisión paga y con televisión
              subsidiada. Yo compito contra HBO. Ya no se compite más, sólamente,
              contra los "vecinos". HBO pone publicidad al aire por la
              que no paga un solo gravamen del COMFER. Yo, por cada peso de
              publicidad que facturo, le tengo que pagar al COMFER, a AADI -
              CAPIF y a la Asociación Argentina de Actores. HBO no paga nada de
              eso. Y Unilever va y compra desde Miami y la pone la publicidad acá.
              Eso genera, obviamente, una inequidad importante. 
              En
              relación con esta competencia que existe, los canales cada vez se
              ponen más firmes unos contra otros y los contenidos muchas veces
              van subiendo el tono del lenguaje, de imágenes eróticas o de
              violencia ¿Cómo compatibiliza esa situación un empresario que,
              por un lado, debe competir en ese mercado y, por el otro, siempre
              ha manifestado sostener valores éticos y familiares muy fuertes? 
              Yo
              tomé este canal en el año 2002. Éste era un canal que a las
              tres de la tarde tenía travestis, éste era un canal que cuando
              yo lo tomé tenía pastores umbandistas, éste era un canal que
              tenía un par de programas que, directamente, habían originado
              protestas de la Iglesia. Pero, sin presiones, tomándome el tiempo
              necesario (porque esto no se cambia de un día para el otro), la
              pantalla de hoy no tiene absolutamente nada que ver con eso. 
              Yo
              compré el canal el 4 de julio del 2002. A los dos meses, un sábado
              a la tarde, estaba en mi casa con mi hija mayor viendo un programa
              de sábado, de bailanta, que había acá. Y escuché la letra de
              un grupo que hacía, directamente, una apología de la droga un sábado
              a las siete de la tarde y llamé al canal y levanté el programa.
              Y bueno, me costó plata. Tuve que pagar indemnización a un montón
              de gente. Pero, ese tipo de productos no están más, los pastores
              no están más, los travestis a las tres de la tarde tampoco, y no
              porque tengamos algo contra los travestis. Pero me parece que no
              es para las tres de la tarde, no están más y la pantalla, hoy,
              es una pantalla mucho más limpia. El canal tomó un vuelco mucho
              más “familiero”. 
              Esto,
              de su parte, refleja un criterio de política institucional, una
              definición inclusive personal. Pero, la reglamentación y de
              nuevo, el cumplimiento de la reglamentación, tampoco en este
              aspecto parecen suficientes ... 
              Esto
              es tierra de nadie. Yo podría hoy, a las cuatro de la tarde,
              ponerme a orinar en la pantalla y no creo que tenga sanción. Es
              tierra de nadie. Yo sufro. 
              Yo
              puse una radio de música clásica. Una radio que, la verdad, no
              la hago por negocio. La hago por placer, para que la Ciudad tenga
              una buena radio de música clásica. Fui a Estados Unidos, contraté
              programación, invertí en equipos y sin embargo aparece cualquier
              tipo, que compra un transmisor de 10, 20 ó 30 kilos, que lo
              venden con total naturalidad, sin ninguna autorización del COMFER,
              de la CNC, ni de nadie y me interfiere en la programación de música
              clásica. Se pone en el canal adyacente superior o inferior o en
              el mismo canal. En el 103.7, en el mismo canal, debo tener varias
              interferencias. Vas a San Francisco Solano hay una, vas a Morón y
              hay otra, en el mismo canal, que transmiten para diez manzanas a
              la redonda. Puede vender droga, publicitar su bailanta o hacer
              acción política ... lo que sea, y nadie lo controla. Llamás a
              la CNC y te dicen que no tienen los suficientes equipos para ir a
              decomisar. Y además, el día que van, te dicen que justo estaba
              apagada la radio. Entonces, yo nunca sé dónde está la buena fe,
              la mala fe, la ineficiencia o la ineptitud. No lo tengo tan claro.
              Entonces, esto es tierra de nadie en materia de medios. Tal vez,
              ésta no sea una actividad para el Estado Argentino. 
              ¿Por
              qué pasa el tiempo y siguen en ese estado? 
              Porque
              pasó con Menem, pasó con De la Rúa, pasó con Duhalde y pasa
              con esta administración. 
              ¿Desde
              el punto de vista de un empresario privado de medios, el Canal 7
              sirve o no sirve? 
              Sí,
              debería ser una herramienta útil. 
              Pero
              no sólo en el modelo actual, es decir, no sólo lo que hoy vemos
              como Canal 7. ¿El concepto de un medio oficial no se asocia
              demasiado a medio gubernamental? 
              Yo
              creo que el Estado no debe desprenderse de Canal 7. Pero debería
              ser un canal que no tenga publicidad, que tenga un muy buen
              presupuesto y que se dedique a lo que no se dedica la actividad
              privada. Es decir, por ejemplo, nosotros tenemos una programación
              excelente en el Teatro Colón. Ningún canal abierto la va a poner
              al aire. Nosotros, un día solo, pusimos el concierto que hicimos
              con Amadeus, pero eso no es la televisión competitiva. Canal 7
              podría hacerlo perfectamente. Canal 7 debería ser un canal de
              documentales, debería ser el Discovery Channel argentino, debería
              ser el canal que le dé oportunidad a los jóvenes actores para
              que sea un canal de prueba, trampolín, para otros, para después.
              Pero eso lo debería sostener realmente el Estado con su
              presupuesto. En eso, creo que todos los canales privados apoyarían.
              Así como se subsidia al cine debería haber un subsidio, también,
              para la televisión y que el banco de pruebas sea Canal 7. 
              ¿No
              se subsidia porque no se asignan correctamente las partidas o
              porque el Estado carece de presupuesto suficiente? 
              Para
              otras cosas hay. Si vemos el presupuesto, estoy seguro que debe
              haber derroche en otras cosas. Lo que no se debe hacer es un Canal
              7 político. Porque, además, se nota que tampoco sirve para eso.
              Un canal que prácticamente no tiene medición, a la política
              mucho no le ayuda. Y eso de que en el interior es fuerte ... eso
              es muy relativo. 
              Pero,
              bueno, hay mucho para discutir en tema de legislación. En algún
              momento van a tener que discutir sobre las repetidoras. Me parece
              que habría que ser mucho más abierto en eso. De la Rúa había
              tenido una muy buena idea, que era que cada canal pueda pedir, en
              cualquier ciudad, una repetidora de televisión abierta. Creo que
              le vendría muy bien a la gente del interior. Y eso, por lobby de
              algún grupo económico, se paró. 
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