¿JUSTICIA
O IMPUNIDAD?
(Comunicado de la CARFREM)
23-MAY/2005
La
profunda y sentida crisis que padecemos los argentinos, ha
trastocado las fronteras de la racionalidad y la violencia (violar
la ley), se ha adueñado de nuestras conductas coti
diana
s.
Las
frustraciones que padecemos los radiodifusores, cada vez más
graves, ponen en riesgo las bases de la paz social y la unidad
nacional.
La
ilegalidad en el uso de frecuencias radioeléctricas–
cualesquiera sean sus formas de utilización – arrasa con el
crecimiento y la esperanza de licenciatarios
y permisionarios, paralizando a la sociedad de la radiodifusión,
con un accionar y un grado de impunidad inusitados.
La "judicialización"
del proceso administrativo por inacción de los organismos
responsables en garantizar y proteger los derechos de los licenciatarios
y permisionarios legales, ha ido demasiado lejos, sea por omisión
o comisión de delito penal por mal desempeño de la función pública
y/o abuso de autoridad.
Una
dirigencia política que no dirige o no conduce los destinos del
país, asumiéndose como tal,y
un deslizamiento de los reclamos constitucionales al judicial,
ocasiona la destrucción y el ahogo económico en la masa de
radiodifusores legales.
Como
dijimos muchas veces, los argentinos perdimos también nuestra
capacidad de asombro.
La crisis
no fue atendida desde sus comienzos y en su real magnitud. Ni los
funcionarios del COMFER y la Comisión Nacional de Comunicaciones,
ni los legisladores que deben votar leyes que favorezcan a quienes
invertimos y creemos en una sociedad de igualdad, son capaces,
hasta ahora, en dar respuestas a los reclamos de los que queremos
una Argentina diferente.
Este
proceso de gravísimos efectos, dañan la convivencia, poniendo en
riesgo la vigencia misma del Estado de Derecho. Si el Estado no
hace cumplir la ley y coquetea con la ilegalidad para sumar con
desesperación los votos que el resto de la sociedad le va
negando, estamos ante el umbral del caos y el “sálvese quién
pueda”.
La
justicia – último recurso, cuando peligran los derechos de las
personas y por ende, el mismísimo imperio de la ley – no puede
ser la instancia permanente de quienes confiaron en las actuales
autoridades y hoy son víctimas de la impunidad.
Los
proveedores también son parte de este sistema de corrupción
porque ellos les venden equipamiento y contenidos a los ilegales,
a sabiendas que lo hacen para que otros violen la ley.
La
desigualdad ante la ley, la injusticia y la inseguridad no pueden
ser el hábitat permanente de quienes se sacrificaron para
invertir en radio y televisión para servir a sus conciudadanos.
Los ilegales se ríen tanto del Gobierno como de los legales y se
sienten impunes porque son protegidos por la corrupción de
funcionarios y legisladores que por un mezquino interés político
nos obliga a recurrir a la justicia aún por los trámites más
simples y sencillos de resolver.
Las
maniobras, complicidades y corruptelas deben ser abandonadas como
prácticas de la política nacional, porque alimentan la hoguera
del odio, la decadencia institucional y la inseguridad.
Cuando
quienes nos gobiernan descuidan o no quieren asumir la
responsabilidad de construir un nuevo horizonte, no pueden hacerlo
con desprecio a quienes apoyan y se encuadran en la legalidad.
El
compromiso que debemos asumir es no permitir que ello siga
sucediendo.
El Poder
Judicial, sobrecargado de causas y con esfuerzo personal de muchos
de sus integrantes, fue sometido a solucionar la falta de
cumplimiento de la ley por parte del poder político, sin
cuantificar las consecuencias futuras que esto trae para toda la
ciudadanía. La sociedad, hoy más que nunca, necesita confiar en
la Justicia para corregir el rumbo de una Administración que no
da soluciones.
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